viernes, 6 de julio de 2007

Ensayo del Síndrome de Burnout en la enfermera psiquiatrica

Las profesiones de ayuda, entre las que se encuentra la Enfermería, se caracteriza por el hecho de que la profesión no es algo externo al individuo, sino que abarca la totalidad de la persona.

La actividad que desarrollan las enfermeras, requiere un compromiso personal y una interacción directa con las personas a las que se esta atendiendo y, por lo tanto, se suele trabajar con los aspectos más intensos del cuidado del paciente (sufrimiento, ira, frustración, miedo, muerte, etc.). Todo esto, sumado a pequeñas, medianas o grandes dosis diarias de estrés, puede hacer que las enfermeras tengan una predisposición a experimentar un cierto grado de desgaste profesional, que puede conducir a la manifestación de actitudes y sentimientos desfavorables, tanto para el profesional como para la persona a la que ofrece su servicio. Este conjunto de actitudes y sentimientos nos conducen hasta el llamado "Síndrome de Burnout", o "Síndrome del quemado por estrés laboral asistencial" (Maslach y Jackson).

Es por esto que quise abordar este tema, ya que es claramente un factor importantísimo a la hora de atender a un paciente, porque de esto depende la calidad de atención que se le brinde y nuestra propia fe en que lo que hacemos sirve de algo.

La sensación de estrés es subjetiva y parece depender de la capacidad de afrontamiento que tenga cada persona pero, en todo caso, parece claro que el estrés es un factor predisponente del Burnout, pero no la causa. Se podría hablar de Burnout como la respuesta al estrés laboral crónico, caracterizado por sufrir agotamiento emocional, que se producirá en unas personas y en otras no, a pesar de soportar el mismo estrés laboral, en función de factores como la personalidad, la educación, el nivel cultural, la capacidad de responder a demandas emocionales, etc.

El individuo aquejado de Burnout se vuelve una persona rígida, terca e inflexible, bloqueando el progreso y los cambios, en la medida en que éstos exigen nuevos esfuerzos de adaptación. El individuo es visto como el “cínico de la casa”, apareciendo desmotivado, poco comprensivo y hasta agresivo con los pacientes, con un trato distante y deshumanizado hacia ellos.

Gehmeyr dice que la ironía del Burnout es que le sucede a la misma persona que, previamente, era un profesional con mucho entusiasmo, ideas y despliegue de energía. Es el caso de quien abriga expectativas muy altas respecto a la consecución de ciertos objetivos, transcurre el tiempo sin los resultados esperados y, en vez de revisar sus objetivos y reconsiderar la realidad, se frustra, al insistir en logros que escapan a las posibilidades reales.

La evidencia empírica sugiere que es un proceso que se desarrolla gradualmente y, en su forma más común, abarca fundamentalmente tres dimensiones:

1. El agotamiento emocional: Es debido a una reducción de los propios recursos emocionales y al sentimiento de que no tenemos nada que ofrecer a los demás, acompañado de manifestaciones somáticas y psicológicas, como el abatimiento, la ansiedad y la irritabilidad.
2. La despersonalización: Se refiere al desarrollo de actitudes negativas y de insensibilidad hacia los usuarios o receptores de servicios, así como también hacia los colegas. Esto conduce a la idea de que "los demás" son la verdadera fuente de los problemas.
Como resultado, se entra en la última fase:
3. La falta de realización personal: Es la percepción de que las posibilidades de alcanzar el objetivo deseado en el trabajo han desaparecido, junto con vivencias de fracaso y sentimientos de baja autoestima.

Las características individuales juegan un papel importante e independiente al igual que los motivos que llevan a un trabajador a dedicarse a cierta profesión que implica el contacto con personas, con sus propias expectativas, el control de los conocimientos y el control de sus emociones.

Muchos investigadores han intentado explicar el fenómeno del Síndrome de Burnout en relación al ambiente de trabajo que se genera, que es a lo que nosotros llamamos en psiquiatría “ambiente terapéutico”, y que es el mas ansiado anhelo de quienes comienzan a trabajar en psiquiatría. Precisamente porque no es fácil gozar de dicho privilegio, puesto que es algo que deben construir los propios profesionales en torno a los pacientes, pero cuesta mucho cuando no comprenden realmente el valor que esto tiene para la recuperación de los pacientes.
El personal de enfermería psiquiatrica, a menudo establece una estrecha relación con sus pacientes, puesto que se verán obligados a hacerle frente.

Las características de estos pacientes que padecen enfermedades mentales con síntomas tales como la indisciplina y la actitud agresiva con el personal, juegan un papel muy importante en el desarrollo del Síndrome.

Desde el punto de vista del principalismo, se evidencia claramente un atropello al principio de no maleficencia, puesto que los profesionales pueden funcionar con altos niveles de estrés, si su trabajo les transmite una retroalimentación positiva, pero el trabajador estresado tiene mayor dificultad para tomar decisiones adecuadas, sufre pérdidas de memoria y falta de concentración, disminuyendo también su capacidad de análisis, lo que eventualmente podría ocasionar daño al paciente.

En cuanto al principio de beneficencia, no se aprecia ninguna conducta que lleve a pensar que todo esto le podría traer algún beneficio a los pacientes, muy por el contrario, ya que nada de todo lo que ocurre en estas personas puede servir para brindar una mejor atención, sobre todo si lo pensamos en términos de que en especial al paciente psiquiátrico por su condición se le dan menos oportunidades de caer, porque existe un profesional detrás que ya no tiene esperanzas en su recuperación, y es ahí donde escuchamos frases como, “para que desgastarse con ella si no tiene vuelta”, lo que me parece una aberración viniendo de una profesional que se educó para establecer una relación de ayuda donde se crea una confianza plena en que el otro logrará con mi apoyo salir adelante pese a las adversidades, y que si no lo logro al menos me quedo con la convicción de que hice todo cuanto estaba en mis manos para lograrlo.

El principio de justicia también esta olvidado, porque cuando llegamos a un nivel tan elevado de disconformidad y desesperanza no somos capaces de vislumbrar lo justo o no justo en mí alrededor, y por lo mismo existe la tendencia a pensar que los pacientes psiquiátricos son un caso perdido, cuando en realidad uno puede hacer siempre muchas cosas, aunque no siempre se logren todos los objetivos ni objetivos tan grandes para todos por igual, pero si al menos lograremos cumplir pequeñas metas adecuadas a cada uno.

También podría existir inconscientemente la tendencia a sobreproteger o manipular al enfermo, decidiendo por el y manteniéndolo al margen de las decisiones que se toman en torno a su estado y su patología, quitándole así su autonomía.

Cuando vemos que la desmotivación de la enfermera es tan grande como para con sus acciones obviar todos estos principios bioéticos, quiere decir entonces que también podremos ver aminorados algunos derechos de cada paciente, como lo son:
  • El usuario tiene derecho al respeto a su personalidad, dignidad humana e intimidad, sin que pueda ser discriminado por razones de tipo social, económico, moral e ideológico.

  • El usuario tiene derecho a que quede constancia por escrito de todo su proceso.

  • El usuario tiene derecho al correcto funcionamiento de los servicios asistenciales y aceptables de habitabilidad, higiene, alimentación, seguridad y respeto a su intimidad.

  • El usuario tiene derecho a agotar las posibilidades razonables de superación de su enfermedad.

  • El usuario tiene derecho a que las instituciones Sanitarias le proporcione: Una asistencia técnica correcta con personal cualificado.

Es por esto que el objetivo principal de toda enfermera debería ser el de brindar ante todo, lo mejor de sí a sus pacientes, y si por el motivo que sea no lo esta logrando o ya no quiere lograrlo, entonces seria digno de orgullo que cediera su labor a quien pueda continuar con su legado de la mejor manera posible, porque no hay que olvidar que la principal motivación para ser enfermera es tener el don de ayudar y no la de enriquecerse monetariamente, y cuando esto ocurre se juega absolutamente en contra de lo que es mejor para nuestros pacientes.


Entonces yo les pregunto, ¿será ético que ejerza la profesión una persona que ha perdido por completo la esperanza y la confianza en sus pacientes?, ¿Qué estará pasando por la cabeza de esas enfermeras que no dan la oportunidad a sus enfermos de solucionar sus problemas, de salir adelante, de encontrar dentro de si mismo las respuestas que tanto buscan?.


Si bien es cierto, cuando hablamos de un paciente psiquiátrico hablamos de alguien que tiene discapacidad mental, pero no esta incapacitado para sentir emociones y expresar lo que quiere para su vida, y si muchas veces podemos contribuir a levantar esa autoestima, a generar proyectos de vida y a vislumbrar una alternativa de vivir felices, ¿Porque cortarles las alas cuando lo único que quieren es volar?.


BIBLIOGRAFIA

www.scielo.isciii.es/pdf/ejp/v17n3/original4

www.um.es/eglobal/8/08b02



Natalia Saldias Castro




1 comentario:

Anónimo dijo...

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